En las puertas de la modernidad
El Parnasianismo y el Simbolismo surgen en Francia a finales del siglo XIX y son los dos últimos grandes movimientos literarios que tendrán una gran influencia en la producción literaria del siglo XX. A lo largo de este post veremos su historia, características y aportes a la literatura universal.
El Parnasianismo
Fue un movimiento francés exclusivo de la poesía que surgió alrededor de 1850 y que se destacó por la perfección de la obra literaria, en oposición al sentimentalismo del movimiento romántico que lo precedió. A pesar de que surge como una antítesis del Romanticismo, se distancia también del Realismo literario por su carácter ensoñador e imaginativo, alérgico a la vulgaridad y el adocenamiento burgueses. La oposición al Romanticismo tiene como causa lo que los parnasianos consideraban sus «excesos»; exceso de subjetivismo, hipertrofia del yo, exceso de sentimiento. De allí que los parnasianos preconizaran una poesía despersonalizada, alejada de los propios sentimientos y con temas que tuvieran que ver con el arte, temas de por sí sugerentes, bellos, exóticos, con una marcada preferencia por la antigüedad clásica, especialmente la griega, y por el lejano Oriente.
Gérard de Nerval, un año antes de ahorcarse en un callejón parisino, publicó Las quimeras (Les quimères, 1854), asombrosa colección de sonetos de un arte críptico y puro. Muy poco antes, su amigo Théophile Gautier, desengañado del Romanticismo tras haber peleado en la incruenta batalla de Hernani (1830), en sus Émaux et Camées (Esmaltes y camafeos, 1852), sitúa la poesía más allá del subjetivismo romántico, soñando con modelos de perfección formal que aseguren la inmortalidad. Leconte de Lisle, abogado y helenista imbuido del humanitarismo social de Charles Fourier y que tomó parte muy activa en la Revolución de 1848, tras el golpe de estado de Luis Napoleón renuncia a la política y se refugia en la poesía. Sus Poemas antiguos (Poèmes antiques, 1852) inician la corriente que luego será llamada "el Parnaso", que une a los temas de la antigüedad grecorromana y a ideales de la más esmerada perfección formal unos símbolos de libertad, progreso y república.
En lo referido al estilo, los parnasianos cuidaban mucho la forma. Continente y contenido debían marchar de acuerdo. De esta manera, si los románticos demostraron una preocupación por los sentimientos, los parnasianos lo hicieron por la belleza. No obstante, fuese por defecto estético o por cierta exageración en el manejo de sus recursos expresivos, algunas de sus obras resultan demasiado pedantes para el gusto actual, lo que explica que buena parte de los autores de esta corriente sean actualmente conocidos únicamente por los especialistas estudiosos de la materia.
Una de las obras más representativas de este movimiento es los Poèmes antiques (Poemas antiguos, 1852) de Leconte de Lisle. En esta colección de poemas se puede apreciar la indiferencia a los aspectos sentimentales, la persecución obsesiva de la belleza, la exigente perfección formal, la concepción de un arte autónomo, la consideración de la palabra como algo plástico y el gusto por el color y el exotismo que lo ligan al Posromanticismo y más en concreto a su corriente parnasiana.
El parnasianismo resultó importante por su influencia en los movimientos posteriores, como el modernismo que también se manifestó a través de la poesía y se caracterizó por un enfoque narcisista y aristocrático, con una renovación estética del lenguaje. El principal aporte de este movimiento fue considerar al arte por el arte en sí, y no por la subjetividad que pueda decodificar cada individuo en particular. No perseguía una utilidad o no buscaba generar conciencia desde su manifestación, solo expresar la belleza y la perfección del arte en sí mismo.
El Simbolismo
Este movimiento literario surge en la tercera parte del siglo XIX. Tiene su origen en Francia y en Bélgica. En un manifiesto literario publicado en 1885, Jean Moréas definió este nuevo estilo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva». Para los simbolistas, el mundo es un misterio por descifrar, y el poeta debe para ello trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles. Para ello es esencial el uso de la sinestesia.
En sus comienzos surge como una reacción literaria contra el naturalismo y el realismo, movimientos anti-idealistas que exaltaban la realidad cotidiana y la ubicaban por encima del ideal. Estos movimientos provocaron un fuerte rechazo en la juventud parisina, llevándolos a exaltar la espiritualidad, la imaginación y los sueños.
El primer escritor en reaccionar fue el poeta francés Charles Baudelaire, hoy considerado padre de la lírica moderna y punto de partida de movimientos como el parnasianismo, el decadentismo, el modernismo y el simbolismo. Sus obras, entre las que destacan Las flores del mal, Los pequeños poemas en prosa y Los paraísos artificiales, fueron tan renovadoras que algunas de ellas fueron prohibidas por considerarse oscuras e inmorales, al retratar sin tapujos el uso de drogas, la sexualidad y el satanismo.
Los simbolistas fueron separándose del parnasianismo porque no compartían la devoción de este por el verso perfecto. El Simbolismo se inclinaba más bien hacia el hermetismo, desarrollando un modelo de versificación más libre y desdeñando la claridad y objetividad del parnasianismo. No obstante, varias características parnasianas fueron acogidas, como su gusto por los juegos de palabras, la musicalidad en los versos y, más que nada, el lema de Théophile Gautier del arte por el arte. Los movimientos quedaron completamente separados cuando Arthur Rimbaud y otros poetas se mofaron del estilo perfeccionista parnasiano, publicando varias parodias sobre el modo de escribir de sus más prominentes figuras.
Otros dos precursores del simbolismo fueron los franceses Arthur Rimbaud y Paul Verlaine. Estos dos poetas, que para esa época tenían una azarosa relación amorosa, fueron decisivos para el arranque del movimiento. Rimbaud, que contaba con 17 años, fue el más influyente, al buscar lo que llamó su alquimia del verbo en la cual trataba de convertirse en vidente por medio del desarreglo de todos los sentidos. Con este pretexto pasó a sumirse, junto a Verlaine, en toda una ola de excesos. Vagabundeaba día y noche por las calles de París para luego presentarse en las reuniones literarias con la ropa sucia o en estado etílico, hechos que rápidamente le dieron mala fama y el sobrenombre de enfant terrible.
Una de las obras más representativas del simbolismo es Las flores del mal de Charles Baudelaire. Este es un compendio de poemas de concepción clásica en su estilo, y oscuramente romántica debido a su contenido, en la que los poemas se disponen de forma orgánica. En ella, Baudelaire pretende exponer la teoría de las correspondencias y, especialmente, la concepción del poeta moderno como un ser maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone. El poeta se entrega al vicio, en lo particular, a la prostitución y la droga, pero sólo consigue el Tedio, al mismo tiempo que anhela la belleza y nuevos espacios. Es la “conciencia del mal”.
Conclusiones
Las poéticas del parnasianismo y el simbolismo configuraron la génesis de la propia poeticidad contemporánea.El parnasianismo francés tuvo una influencia decisiva en el surgimiento del Simbolismo francés de los poetas malditos y en la corriente literaria latinoamericana del modernismo, siendo su principal exponente el poeta nicaragüense Rubén Darío. El arte simbolista por otra parte, patentó, frente a una expresividad agotada, el recurso de la sugerencia, umbral de todo el irracionalismo moderno, piedra filosofal de la lírica contemporánea tallada en primera instancia por un artífice de la escuela parnasiana para su inminente transmutación en panacea lírica.
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